La ética
cristiana se podría definir como aquella rama de la teología que busca
establecer el comportamiento moral como la base de la religión revelada, en
particular, del pacto de gracia y de la fe en Jesucristo. Tiene que ver con la administración de
decisiones, y sus subsecuentes acciones, las cuales son a su vez guiadas por
medio de la revelación de la Persona de Dios, sus atributos y su voluntad de
acuerdo a las Escrituras. En particular,
se enfoca en la relación del Creador con sus criaturas y en los requerimientos
e implicaciones de la ley y el evangelio de Dios. Se motiva en el principio del amor de Dios, y
del nuestro hacia Dios, el cual se impulsa por medio de la fe y tiene como
propósito final la glorificación al Creador.
Los dos
temas fundamentales de la ética cristiana tienen que ver con nuestros deberes para
con Dios y el ser humano.
El deber que el hombre tiene para con Dios es el primer tema central de la ética cristiana. La primera tabla de la ley tenia escrita el deber del hombre para con Dios. Jesús dijo que el primer y más grande de los mandamientos de la ley es amar a Dios con todo nuestro corazón, alma y mente (Mateo 22:37-39). Aunque aún los ateos tienen estándares éticos, pues inclusive ellos tienen algunas semblanzas de la imagen de su Creador y de la ley escrita en sus corazones, nosotros no pudiéramos ni siquiera hablar de ética cristiana si nuestro deber para con Dios no tomara prioridad. Si nos olvidamos a reconocer que el amor y la adoración a Dios son parte del primer y más grande de los mandamientos, esto causaría que nuestros sistemas de creencias éticas se convertirían en un tipo de religión que se centra en el hombre.
Ahora bien, el deber que el hombre tiene para con los demás es el segundo más importante tema en la ética cristiana. Es el tópico que cubría en la segunda tabla de la ley. Estos mandamientos tenían que ver con la familia, relaciones padres-hijos, asesinatos, pureza sexual, confianza, honestidad y contentamiento.
El deber que el hombre tiene para con Dios es el primer tema central de la ética cristiana. La primera tabla de la ley tenia escrita el deber del hombre para con Dios. Jesús dijo que el primer y más grande de los mandamientos de la ley es amar a Dios con todo nuestro corazón, alma y mente (Mateo 22:37-39). Aunque aún los ateos tienen estándares éticos, pues inclusive ellos tienen algunas semblanzas de la imagen de su Creador y de la ley escrita en sus corazones, nosotros no pudiéramos ni siquiera hablar de ética cristiana si nuestro deber para con Dios no tomara prioridad. Si nos olvidamos a reconocer que el amor y la adoración a Dios son parte del primer y más grande de los mandamientos, esto causaría que nuestros sistemas de creencias éticas se convertirían en un tipo de religión que se centra en el hombre.
Ahora bien, el deber que el hombre tiene para con los demás es el segundo más importante tema en la ética cristiana. Es el tópico que cubría en la segunda tabla de la ley. Estos mandamientos tenían que ver con la familia, relaciones padres-hijos, asesinatos, pureza sexual, confianza, honestidad y contentamiento.
El amor es entonces
el cumplimiento de la ley y el mensaje básico del evangelio. El deber que el hombre tiene con respecto a
los dos más grandes mandamientos se podría abreviar con una sola palabra, amor:
"El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor" (1 Juan
4:8 en Reina-Valera 1960). Para el
cristiano, la ética nunca se debe reducir a una forma de esclavitud legalista,
sino que más bien debe involucrar el corazón al recibir el amor de Dios y
reflejándolo asimismo hacia Dios y los demás.
Carl F. H. Henry argüía que "el tipo de ‘amor a Dios’ que no requiere ‘amor
al prójimo’, o el ‘amor al prójimo’ que no fluye del ‘amor a Dios’, estas son
perversiones de la verdadera religión y ética pura (Christian Personal Ethics,
o Ética Personal Cristiana, p. 166). La
verdadera religión y la ética pura debe involucrar este amor doble. Este es el tipo de amor que es la mejor base
posible para fomentar acción moral. Por
un lado, es superior al misticismo, "con su [supuesta] unión extática con
Dios acoplado con pasividad social;" y, por otro lado, este amor es también
superior al humanismo que trata de proveer un tipo de "justicia social e
individual que se edifica sobre una fundación no-religiosa o [inclusive]
anti-religiosa" (ibíd., p. 165).
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Fuente:
Pasaje traducido y adaptado de: Alan Cairns, Dictionary of Theological Terms (Belfast; Greenville, SC: Ambassador Emerald International, 2002), 158.
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Fuente:
Pasaje traducido y adaptado de: Alan Cairns, Dictionary of Theological Terms (Belfast; Greenville, SC: Ambassador Emerald International, 2002), 158.